Sexo con robots, ¿ciencia ficción o futuro?

Autor: Júlia Ribas Rodriguez
Fecha de publicación: 6 octubre, 2023


El deseo sexual es un rasgo común a cualquier ser humano (posiblemente, a cualquier ser vivo con cierta conciencia) ya que está en nuestros genes más primarios. Como cualquier otra especie, la humana también busca reproducirse, dejar su marca en el planeta a través de sus genes. Es por eso que el deseo sexual, por más que haya sido reprimido, ha tenido una importancia vital en el transcurso de la historia. De hecho, muchos expertos apuntan a esta causa como el principal motivo por el cual siempre se ha querido controlar ese deseo por parte de las religiones. A través de la moral, convirtiendo el sexo en pecado, la mayoría de fes religiosas han intentado apartar a los hombres y mujeres de la sexualidad. Era un instinto demasiado poderoso como para no ser controlado, y aunque sirvió durante mucho tiempo, en las últimas décadas nos estamos volviendo a liberar. Eso sí, a estas alt8uras no sabes si lo hemos hecho para bien o para mal.

Cuando no aprendemos a canalizar ese deseo sexual, el ser humano puede sacar su lado más violento y peligroso. Las agresiones sexuales son, por desgracia, demasiado habituales hoy en día, incluso en los países y ciudades más seguras del planeta. La prostitución sigue siendo una forma validada de tener sexo con otros, aunque no haya atracción de por medio. El dinero, que todo lo puede, genera ese interés que permite a unos ganarse la vida y a otros disfrutar de un placer necesario para tener una existencia plena. Claro que hay personas asexuales, y otras que han entendido que el placer sexual tampoco es tan importante. Pero cuando tenemos ese deseo latente y no lo logramos satisfacer, algo en nosotros se limita demasiado. Por eso es bueno abrirse sexualmente a nuevas experiencias, disfrutar de una vida sexual sana y completa. La tecnología puede ayudarnos de muchas maneras a lograr este objetivo, e incluso se están creando ya robots sexuales que podrían abrir una nueva era en nuestra capacidad para entender y disfrutar del placer. ¿Es lo mismo tener relaciones con un robot que con una persona? Desde luego que no. Pero en un mundo como el nuestro, siempre al borde del futuro y del próximo gran cambio tecnológico, todo es posible.

Una visión habitual en la literatura y el cine

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Como viene siendo habitual en casi todos los casos, el cine y la literatura, es decir, la cultura en general, ya predijeron esta nueva era de sexualidad tecnológica y robótica hace tiempo. La ciencia ficción es uno de los géneros que más ha profundizado en las relaciones del ser humano con la robótica y la tecnología. Siempre planteando historia en un futuro más o menos cercano, donde los androides tenían muchas más capacidades y eran capaces de llevar a cabo acciones muy complejas. Tanto que podían llegar a ser indistinguibles de los seres humanos, hasta el punto de mezclarse naturalmente entre ellos. No hay más que recordar Blade Runner, la obra maestra de Ridley Scott, una película en la que aparece una joven replicante que trabaja precisamente como prostituta.

Dejar en mano de los robots y androides funciones que hasta ahora eran llevadas a cabo por los humanos es algo bastante habitual en estas historias. Hacerlo con el sexo puede llegar a ser un poco más complejo y sobre todo polémico. Desde siempre han existido los juguetes sexuales, eso es cierto, y la tecnología está consiguiendo llevar a cabo aparatos cada vez más eficientes. Hay muñecas sexuales con piel sintética que incluyen ya procesadores complejos con inteligencia artificial, capaces de responder a acciones como lo haría un ser humano. Algunas fábricas de muñecas sexuales en Asia ya están trabajando en perfeccionar este tipo de androides, aunque es cierto que todavía queda mucho para normalizarlo. Casi estamos más cerca de vivir una relación afectiva como la que tiene Joaquin Phoenix en Her que de estar disfrutando del sexo salvaje con un robot.

Androides creados para satisfacer


El ser humano siempre imaginaba a los androides y robots con forma antropomórfica. Era algo natural, al fin y al cabo, porque queríamos que se parecieran a nosotros. En La Guerra de las Galaxias, George Lucas creo un par de androides para darle a uno de ellos una apariencia muy humana, mientras que el otro era el típico robot divertido. Cuando pensamos en androides, casi siempre les damos un aspecto muy humanizado. Sin embargo, eso es solo la forma, el continente. El contenido se puede incluir en un pequeño chip que sea el verdadero cerebro del robot. Para ordenadores, asistentes virtuales o incluso compañeros de viaje no necesitamos llevar un gigantesco robot humano al lado. Pero la cosa cambia si hablamos de sexo. Porque después de tantos milenios, lo que excita al ser humano es encontrar a alguien de su misma especie con un gran atractivo.

Por eso los robots sexuales deben tener forma tanto masculina como femenina, y asemejarse lo máximo posible a nuestros cuerpos. En estas fábricas asiáticas, las primeras en crear y programar robots sexuales, se han tomado patrones reales de mujeres y hombres considerados atractivos. Eso sí, para los robots femeninos se han aumentado las curvas, para dotarlas de mayor exuberancia. Es como cumplir las fantasías más ardientes de los hombres, creando a la amante perfecta, tanto en físico como en personalidad. Imagina tener a una amante a la que puedes “apagar” cuando desees, que siempre sea sumisa y cumpla con todo lo que le pidas. Un sueño que suena demasiado “sexista” pero que está más cerca de cumplirse que nunca. Porque nadie nos va a criticar por hablarle mal a un asistente de voz, o nos va a juzgar por apagar el televisor cuando no lo vemos. Con los robots haríamos lo mismo.

Prostitución robótica en nuestros días

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Aunque pueda parecer extraño, lo de las prostitutas robóticas no es algo que vayamos a ver en el futuro, sino una realidad que ya está entre nosotros. Hablábamos arriba de las fábricas chinas de este tipo de robots sexuales, que no dejan de ser una versión mejorada y actualizada de lo que siempre hemos entendido por muñecas sexuales. El único pero de estos androides preparados para satisfacer sobre todo a los hombres era su precio. Cuesta mucho crearlos y programarlos, así que no están al alcance de cualquiera. Sin embargo, podían ser compradas para utilizarlas en burdeles, como prostitutas sexuales robóticas, de manera que sus dueños podían sacarles incluso beneficio. Esta forma de prostitución tenía muchas ventajas, siendo la más importante el no ir contra las leyes de trabajo sexual de ningún país. Y es que, al fin y al cabo, las muñecas no son personas, así que no tienen derechos.

Los primeros burdeles con prostitutas robóticas surgieron en China y se trasladaron luego a otros países asiáticos. También han tenido escarceos en Occidente, en ciudades como Berlín o Barcelona, aunque con escaso éxito. La polémica que han levantado ha sido tremenda, y parece que los clientes todavía no están muy convencidos de querer tener sexo con este tipo de muñecas. De hecho, hoy por hoy, podríamos afirmar que los clientes de prostitución siguen prefiriendo de lejos el contacto con una mujer de verdad, aunque esto sea ilegal en su país. ¿Será la prostitución robótica una solución para el problema del trabajo sexual? Por ahora habrá que esperar para verlo.