Hay genios que, a pesar de gozar de una gran aclamación general por sus obras, no tienen un final demasiado próspero. Antonio Guadí es uno de ellos, uno de tantos que se fue antes de tiempo, dejando algunas de sus obras inacabadas, pero con la seguridad de saber que la Historia le recordaría. El arquitecto catalán fue sin lugar a dudas el máximo exponente del modernismo catalán de finales de siglo XIX y sobre todo, principios del XX, gracias a una imaginación al alcance de muy pocos y a la gran originalidad de sus obras y edificios, que siempre trataba de integrar en los espacios donde los levantaban.
A día de hoy, Gaudí es reconocido como uno de los mejores arquitectos españoles de todos los tiempos, y fuera de nuestras fronteras, su obra es igualmente admirada, sobre todo por su originalidad. La mayor parte de sus edificios más insignes están en su Barcelona natal, una ciudad a la que dio nuevos brío con el cambio de siglo, gracias también a la colaboración con el conde de Güell, que confió en Gaudí para sus mayores proyectos. Actualmente, pasear por la Barcelona de Gaudí es sorprenderse a cada paso, con las estructuras tan especiales que el arquitecto ideó en su momento.
La cara más representativa de Barcelona
Sin lugar a dudas, Gaudí es el arquitecto barcelonés por antonomasia, y podemos encontrar obras suyas a lo largo y ancho de toda la ciudad. Desde el Parque Guell, una verdadera maravilla que hoy en día sigue siendo visitada por millones de turistas, hasta las fuentes del Parque de la Ciudadela, una de las muestras más tempranas del tremendo genio y la imaginación desatada que poseía Gaudí, toda Barcelona está impregnada de sus obras, de casas, de fachadas con su marca. De hecho, incluso hay rutas que siguen su legado, descubriendo edificios poco conocidos que también llevan su firma.
El fantástico estilo de Gaudí
Lo que hace realmente especial a Antonio Gaudí es la imaginación que poseía para lograr unos diseños tan espectaculares y novedosos. Era capaz de romper moldes, de utilizar los diseños de los edificios como algo global, ya sea con fines funcionales o decorativos. él siempre iba más allá, y aunque se le suele incluir en la escuela del modernismo catalán, está claro que sus obras rompen con todo eso y se encuadran en un estilo propio, casi nuevo podríamos decir.
A lo largo de toda su vida, Gaudí fue capaz de crear obras inmortales y edificios espectaculares que le granjearon una gran fama. La Sagrada Familia, sin embargo, fue su proyecto frustrado. Una enorme basílica ubicada en el centro de Barcelona, con diferentes fachadas y con una espectacularidad que la hacía diferente al resto de templos. Fue el trabajo de media vida, y ni siquiera así pudo terminarlo, porque la prematura muerte se cruzó en su camino.
Muerte de Gaudí
Gaudí era una persona tremendamente inteligente, intuitiva y con un gran sentido de la geometría que le sirvió para tener un talento natural para su oficio. De hecho, trabajó durante cincuenta años como arquitecto, desde sus inicios más humildes hasta sus obras más magnas, convertido ya en toda una referencia en su madurez, cuando su estilo llegó a su culmen. Sin embargo, en 1926, un tranvía le atropelló mientras iba a rezar a la iglesia de San Felipe Neri. Le tomaron por un mendigo y tardaron en socorrerle. Cuando le reconocieron, en el hospital, ya era demasiado tarde.
Gaudí falleció con 72, y podríamos pensar que no era precisamente joven al morir, pero estaba en plenas facultades y en uno de los mejores momentos de su carrera. Su plenitud artística era total, y su trabajo en la Sagrada Familia parecía estar avanzando. Por eso la muerte de Gaudí fue un tremendo shock para toda la sociedad catalana, huérfana ahora de uno de sus más ilustres hijos, y con una basílica que sigue sin terminarse, casi un siglo después de la desaparición de su creador.
La Sagrada familia tras la muerte de Gaudí
Sin lugar a dudas, La Sagrada Familia fue el proyecto de la vida de Gaudí, literalmente. Y es que fue nombrado como arquitecto oficial del templo en 1883, y durante más de cuarenta años se mantuvo ideando la estructura que hoy podemos contemplar. El proyecto nunca llegó a tener un rumbo fijo y seguramente por eso también se tardó mucho más en llegar a un punto cercano siquiera a completarse. La Sagrada Familia, aun inacabada, sigue siendo sin duda uno de los monumentos más espectaculares y llamativos de toda Barcelona, una obra magna de ingeniería y arquitectura que se estudia en las facultades de todo el mundo y que sigue fascinando a todos.