El ser humano ha tratado de aprovechar todas las herramientas y conocimientos a su alcance para construir un mundo plácido y seguro. Sin embargo, a pesar de creernos totalmente a salvo en nuestro palacio de cristal, la naturaleza nos recuerda, cada tanto, que somos una especie frágil. Nuestro conocimiento nos ha permitido convertirnos en amos y señores del planeta, a veces con consecuencias absolutamente funestas. Estamos acabando con todo lo que nos rodea, creando un sistema imparable y desbocado en el que solo se puede crecer a través del consumo desaforado. Y eso acabará siendo insostenible, como hemos podido comprobar en los últimos dos años, cuando el mundo ha tenido que pararse casi por completo. No ha sido un colapso económico lo que nos ha traído aquí, sino una emergencia sanitaria a nivel global, como nunca antes se había conocido. La pandemia del Covid 19 ha cambiado las cosas para siempre.
Cuando se empezó a hablar de aquel extraño virus detectado en China, a finales del año 2019, fueron muy pocos los que alertaron de la posible catástrofe que se nos venía encima. No parecía ser algo demasiado grave, al menos en principio, y la mayoría de naciones subestimaron el poder del virus. Cuando quisieron reaccionar ya era demasiado tarde. De hecho, en un mundo tan globalizado como este, donde hay miles de vuelos cada día a cada rincón del planeta, este tipo de enfermedades se transmiten con mucha facilidad. Los virus aprenden también a hacerse más fuertes en sus huéspedes humanos, y pueden llegar a ser letales en ciertas circunstancias. Para impedir la expansión del Covid, los países tomaron drásticas decisiones, como cerrar el espacio aéreo, el uso de mascarillas en exteriores e interiores y por supuesto, el confinamiento. Dejar a la gente en sus casas, sin la posibilidad de salir más que para hacer las compras imprescindibles y acudir a puestos de trabajo esenciales, fue muy criticada en su momento. La sociedad se paralizó casi por completo, y esto también afectó de manera muy grave a muchos empleos de los que nadie se acuerda ya. La prostitución, por ejemplo, sufrió un golpe desastroso, y muchas chicas quedaron arruinadas por no poder desarrollar sus servicios…
La pandemia del Covid 19
Ha sido el acontecimiento mundial más importante de los últimos tiempos y seguramente del siglo XX. Un evento que marcará un punto de inflexión en la historia de nuestro planeta, porque nunca antes habíamos tenido que llegar a este punto. La pandemia del Covid 19 comenzó silenciosa y acabó por estallar a principios de 2020, marcándolo absolutamente todo.
Los diferentes confinamientos, el parón en muchos espectáculos y servicios, el freno a la economía, trajo un nuevo horizonte de incertidumbre económica y social… A finales de 2022 parece que las cosas han vuelto a su cauce casi por completo, pero el miedo a una nueva pandemia sigue muy vivo en nosotros. Y es que han sido muchos los que han visto como su vida cambiaba por completo por culpa de la pandemia, y las trabajadoras sexuales han sido uno de los sectores más afectados.
Un freno radical al trabajo sexual
Cuando se decretó el estado de alarma y el confinamiento en la mayoría de países europeos, en marzo de 2020, la gente no era consciente de todo el proceso que íbamos a tener que pasar. Fueron, en la mayoría de los casos, dos meses de incertidumbre, encerrados y sin poder salir más allá de sacar al perro o hacer la compra. Se vivieron imágenes tremendamente duras en los hospitales, momentos muy tensos, situaciones insoportables también en las casas… Para muchos fue un freno absoluto a su trabajo, por ejemplo. Millones de personas quedaron en paro, otras tantas en ERTE, y casi peor lo tenían aquellos profesionales esenciales que debían salir a jugarse literalmente la vida. Las prostitutas, siempre al margen del mundo laboral por su propia condición de trabajadoras alegales, vieron como de un día para otro todo su trabajo se esfumaba.
Era imposible acudir a casa de los clientes, y tampoco se podían abrir los prostíbulos o casas de citas. Ni siquiera podían salir a la calle en busca de hombres a los que satisfacer con sus servicios. Para más inri, cuando empezaron a levantarse ciertas restricciones, las amantes profesionales siguieron sin poder llevar a cabo sus servicios, por el miedo que había al contagio en la mayoría de la población. Durante estos dos últimas años, la prostitución ha sufrido un golpe durísimo que ha hecho que muchas chicas hayan tenido que buscar otras alternativas, o directamente, volverse incluso más clandestinas que de costumbre. Pero cuando la necesidad aprieta, el ingenio siempre sale a flote, e Internet ha sido un gran aliado para las prostitutas en esta nueva era.
Una situación muy compleja para las prostitutas
De la misma forma que muchos han experimentado por primera vez con el trabajo en remoto en esta pandemia, las prostitutas también han sacado partido a la red para sus servicios. De hecho, durante el confinamiento entendieron que, si los clientes no podían acudir físicamente a sus pisos, ellas entrarían en los suyos a través de la red. Con videollamadas eróticas, de pago por supuesto, muchas de estas prostitutas lograron sobrevivir en los tiempos más inciertos jamás conocidos. Muchas también migraron a esa plataforma que consiguió hacerse muy popular en estos tiempos, Onlyfans, donde a través de una suscripción ofrecían servicios de sexting y contenido erótico.
La imaginación al poder para sobrevivir en una época en la que todo parecía confuso y perdido. Era imposible saber si volveríamos alguna vez a la normalidad, y el horizonte no parecía nada halagüeño. El problema para muchas de estas chicas es que no tenían ni siquiera acceso a la red, para poder desarrollar su trabajo de esa nueva forma virtual. En los lugares más empobrecidos, las limitaciones eran mayores, y eso suponía un problema importante a la hora de llevar a cabo los servicios. Con el paso del tiempo, lo más parecido a la normalidad se ha ido abriendo hueco de nuevo, y las chicas han podido seguir con su trabajo. Eso no quita para que las consecuencias en este sector hayan sido terribles, al ser igualmente uno de los más vapuleados y afectados por cualquier crisis económica.
La recuperación
La relativa normalidad de la que disfrutamos hoy en día también se ha hecho sentir en el negocio del sexo profesional. Las prostitutas han conseguido salvar un año 2022 con mucho más trabajo que los dos anteriores, y pareciera que los clientes quieren recuperar el tiempo perdido.
Pero el golpe ha sido muy duro, y de hecho, muchos locales han tenido que cerrar, obligando a las trabajadoras sexuales a trabajar por su cuenta, con todo lpo que eso conlleva, para bien y para mal. La recuperación está siendo lenta pero parece segura, y las medidas de protección y salud se han vuelto más habituales, cosa que es de celebrar. La prostitución, sin embargo, seguirá siendo uno de los eslabones más débiles de la cadena del sector servicios.